jueves, 17 de marzo de 2011

Nelly y el Sr. Arnaud (Claude Sautet, 1995).

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Nelly (Emmanuelle Béart) es una parisina de 25 años que simultanea varios trabajos, casada con Jerome (Charles Berling), un parado apático que ocupa su tiempo tirado en la cama viendo televisión. Ella, un día conoce al Sr. Arnaud (Michel Serrault), viejo amigo de su amiga Jacqueline (Claire Nadeau). Hablando en un café, le cuenta sus problemas económicos, e inmediatamente Arnaud se ofrece a prestarle el dinero necesario sin ningún compromiso de devolución. En principio Nelly declina la oferta, pero cuando llega a su casa miente a su marido diciéndole que ha aceptado la ayuda. Esta súbita e incierta decisión la llevará a romper su matrimonio. Y con él, su vida anterior. Nelly acaba aceptando el ofrecimiento de Arnaud y, en agradecimiento se ofrece a transcribir sus memorias.
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Como ocurría en su film anterior, Un corazón en invierno (1991) también protagonizado por Emmanuelle Béart, Claude Sautet da muestras de poseer una gran lucidez para radiografiar la realidad última de unos personajes pillados en un momento de incertidumbre. La película aborda una relación entre una mujer joven y un hombre en el umbral de la vejez, unidos por un sentimiento común de fracaso existencial. Nelly parece fuerte y decidida, pero en el fondo está muy necesitada de los demás. El personaje de Arnaud tiene miedo de sí mismo, de no poder sublimar su amor por Nelly. Sautet nos habla de la dificultad de mantener con plenitud las relaciones sentimentales, sean sentimientos amorosos o de amistad. Resulta difícil encontrar el equilibrio interior. Nelly se siente atrapada entre el cariño que siente aún hacia se ex marido, en la figura del atractivo editor Vincent (Jean-Hugues Anglade) y la envolvente personalidad del juez retirado. Hay una bella secuencia muy significativa. Aquella en la que Nelly y Arnaud cenan en un restaurante de lujo (con más personas de servicio que clientela, por eso es tan caro, ironiza Arnaud). Es un momento importante porque parece que por primera vez los dos bajan sus defensas y se muestran como son. Comen, beben, distendidamente. Hablan y lo pasan bien. Pero ella luego acude a casa de Vincent, el editor, y hacen el amor por primera vez. Mientras, en montaje paralelo, vemos a Arnaud, solo en la cocina de su casa, tomando un vaso de leche sin poder dormir. Es ésta una historia de soledades y también una película sobre la renuncia. Una renuncia fundada en la disparidad de las personas. El sentimiento de ella por él no es el mismo que el de él por ella. Arnaud quiere apoderarse de una imagen que tiene de Nelly, le enamora su belleza inaccesible, pero cuando la tiene delante, se bloquea. Llega un momento en que lo que menos le importa es ver publicado su manuscrito, solo quiere tenerla cerca.. Para ella, Arnaud supone un refugio en un momento de incertidumbre vital. Hay una escena, ya con el film bastante avanzado, sobre la que Sautet parece articular todo el discurso, si es que lo tiene, del film. Es una imágen de una potente carga simbólica en una película que nunca quiere salirse de lo cotidiano. Una gran escena de amor que se reduce al momento en que Arnaud permanece sentado junto a la cama en la que ella duerme, como una presencia casi fantasmal. Ella se gira y le dice que si no puede dormir. Le dice que no se vaya y toma su mano. Significativa es la decisión del ex juez de deshacerse de su valiosa biblioteca, una vez ha aparecido Nelly detrás del ordenador.
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En esta incursión por el terreno de los sentimientos soterrados, de las barreras que dificultan la expresión de las emociones, Claude Sautet opta por la auteridad y la concisión visual. Su estilo es un sin-estilo en apariencia sencillo, sin apenas movimientos de cámara, solo aquellos necesarios para seguir a los actores. Una sobriedad en la puesta en escena que busca la transparencia, pero también la complicidad del espectador. No hay subrayados ni explicaciones. Plano y contraplano en todas sus variantes son la figura predominante, de ahí la necesidad del orden preciso de las escenas para conseguir el ritmo que demanda la película. Los finales de cada escena se apoyan en un plano sostenido durante unos segundos que incita a la reflexión del espectador. Nelly y el Sr. Arnaud puede resultar fría e impenetrable para quien no haga el esfuerzo de pasear su mirada sin prisa por los planos del film. Sus imágenes nos hablan de soledades y desgarros, de incomunicación emocional, pero la película discurre apacible y serena, despojada de todo acento melodramático, de cualquier tentación psicologista y de todo lo ornamental que la distraiga. El resultado, es como Nelly, de glacial belleza y cargado de una atractiva tristeza.
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2 comentarios:

David dijo...

Suena muy bien lo que cuentas sobre esta película completamente desconocida para mi, y teniendo en cuenta que además tiene el aliciente de contar con Emmanuelle Béart.
La cosa se vuelve de lo más interesante, la buscaré para verla.
Gracias por tu reseña.

TRoyaNa dijo...

Leolo,
me ha gustado tu reseña y me animaré a buscar la cinta,porque vi "Un corazón de invierno" y me gustó mucho.Me parece fascinante cómo Sautet se adentra en las relaciones y deja patente las dificultades y la complejos entresijos que las rigen. Emmanuelle Béart me gustó en "Un corazón de invierno" y en "NathalieX" una película de la que recientemente se hizo el remake de "Clhoe".
saludos!