sábado, 31 de julio de 2010

Acerca de M.A.S.H.



Andaba la Twentieth Century Fox, a finales de la década de los 60, enfrascada en dos proyectos faraónicos, dos películas bélicas carísimas: Tora, Tora, Tora y Patton, con las que pretendía reflotar la economía del estudio. En ese contexto se entiende que aceptaran producir MASH, tomándolo como un film barato que se beneficiaría de la sinergia publicitaria de las citadas películas de gran presupuesto, y eso la haría rentable.
Todo empezó cuando el guionista Ring Lardner jr. -uno de los diez de Hollywood llevados a la cárcel por el tribunal del senador McCarthy por negarse a delatar a compañeros comunistas- recibió en su compañía editorial el manuscrito de una novela de un tal Richard Hooker sobre los MASH (Mobile army Surgical Hospital; en castellano, Hospital Qirúrgico Móvil del Ejército).La novela era una sátira que se situaba en la Guerra de Corea desde el punto de vista de los médicos de uno de esos hospitales de campaña. Tras escribir el guión de la futura película, Lardner se lo mandó a Ingo Preminger, antiguo agente suyo y hermano del director Otto Preminger. Ingo convenció a Richard Zanuck, el amo de la Fox, para que comprase los derechos de la novela y se pusiera en marcha el proyecto. Para la compañia se trataba de otra película bélica, que requería de una exigua inversión por lo que el riesgo era escaso.
Se comenzó por buscar a un director, se quería alguien joven. Con hasta 15 realizadores -entre ellos Arthur Penn, Mike Nichols, Stanley Kubrick, Franklin Schaffner o Bob Rafelson- se llegó a contactar, pero por una u otra razón, todos se alejaron del proyecto. Hasta que Ingo Preminger se lo ofreció al hasta entonces un desconocido, Robert Altman, después de haber visto aún sin montar su último film, That Cold Day in the Park (1969). Más adelante el mismo Preminger afirmó que, de haber visto la versión definitiva de aquella película, nunca le hubiera confiado

MASH a Robert Altman. El director de Kansas había realizado en aquel momento 4 largometrajes que habían pasado sin pena ni gloria, y su nombre era escasamente conocido en la industria del cine: The Delinquents (1955), The James Dean Story (1656), Countdown (1968) y la citada That Cold Day in the Park (1969). A Altman, que tenía entonces 45 años, le gustó el guión de Lardner, no así la novela original, a la que consideraba mala, racista y repleta de chistes fáciles. Le agradaban los cambios introducidos por el guionista que le daban nuevo sentido a los personajes al humanizarlos haciéndolos más reales.

Un presupuesto ajustado de 3.500.000 dólares obligaba prácticamente a contratar actores poco conocidos. Para el canadiense Donald Sutherland representaba la gran oportunidad para un actor que sólo se había prodigado en series de TV. A Altman no le gustaba en absoluto. Tom Skerritt, Sally Kellerman y Robert Duvall eran actores que estaban empezando. Elliott Gould era algo más conocido, sobre todo gracias al relativo éxito de la comedia sexual Bob y Carol, Ted y Alice (Paul Mazursky, 1969). Robert Altman, que siempre ha sido un director que ha ido a su bola, no tenía la intención de seguir el guión al pie de la letra, pensaba improvisar con los actores en el set. Es por ello que marchó a San Francisco para contratar a 20 miembros de una compañía teatral famosa precisamente por eso, por sus improvisaciones.


Todo esto no salía del equipo de la película, Preminger hacía de muralla y los ejecutivos del estudio apenas prestaban atención a lo que allí se estaba cociendo, y eso para Altman fue una bendición porque pudo rodar a su aire y sin presiones externas. No obstante, los problemasle llegaron, en un principio, por parte de su propio equipo, que no confiaba plenamente en su director. En aquel rodaje, que en apariencia parecía descontrolado y caótico como la propia película, Altman tenía muy claro lo que hacía, como lo hacía y lo que quería conseguir. Donald Sutherland llegó a pedir a Ingo Preminger que echaran al director, pero a final la sangre no llegó al río y el equipo de rodaje finalmente, creó una complicidad positiva, consecuencia también de la convivencia en el campamento habilitado en el lugar de filmación. Los peculiares métodos de Robert Altman, dejándose llevar por la inspiración del momento e improvisando sobre la marcha, resultaban extraños para todos pero finalmente se ajustaron perfectamente a lo que la película demandaba.
MASH comenzó a rodarse el 14 de abril de 1969 en un rancho de Malibú, y no en Corea ni en Japón como quería su director, y finalizaría el 11 de junio, justo tres días antes de lo previsto, lo que significó a la Fox un ahorro de 500.000 dólares. Altman lo había conseguido, pasar desapercibido ante los ejecutivos de la Fox y hacer su película, la que para aquellos no era más que una inocente comedia bélica, cuando lo que realmente tenían era una mordaz sátira antibélica llena de humor negro.
Los del departamento de marketing tuvieron sudores fríos cuando visionaron el material final. aquello era invendible, según ellos. Presionaron al máximo para eliminar todas las secuencias de operaciones quirúrgicas alegando que los espectadores vomitarían en la sala, pero curiosamente no consiguieron convencer a Richard Zanuck, que apoyó a Altman y Preminger. En lo que sí tuvo que ceder el director fue en lo de situar cual era la guerra de su película. El quería que los espectadores pensaran que se trataba de Vietnam -entonces aún en marcha- pero la Fox obligó a insertar al comienzo del film frases de militares célebres que se referían claramente a Corea. A pesar de sus intentos, todos tuvieron claro que la película era una crítica hacia los estamentos militares en la Guerra de Vietnam, su burocratización, su pasotismo, su falta de profesionalidad.
MASH resultó ser una comedia irreverente y provocadora. El método Altman, que llegaba al punto de que los actores no sabían muchas veces si se les estaba filmando o no, consiguió una sensación de frescura desacostumbrada, a lo que ayudaba su utilización del zoom, por aquel entonces todavía poco empleado en Hollywood. La película, sin una línea narrativa coherente, utilizaba los mensajes de los altavoces del campamento, para ir separando las distintas escenas, una idea que se le ocurrió a Altman, cómo no, sobre la marcha, para guiar su tratamiento coral en el que ningún personaje primaba sobre los demás. Fue el primero de la serie de films corales que Altman esparció posteriormente con singular fortuna por su filmografía y que acabó convirtiendose en su marca de fábrica: Nashville (1975), Un día de boda (1978), El juego de Hollywood (1992), Vidas cruzadas (1993), Pret a porter (1994), Kansas City (1996), Gosford Park (2001).
MASH conectó con un público numeroso que cada vez más, se mostraba contrario a la intervención en Vietnam. Con una recaudación inicial de 37 millones de dólares sólo en EEUU fue el tercer film más taquillero del año, tras Love Story y Aeropuerto. Obtuvo 5 nominaciones y ganó el Oscar por el guión. También ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Su éxito propició una serie de TV producida por la CBS que no desmereció del film ni en calidad ni en resultados, permaneciendo en antena en Estados Unidos entre 1972 y 1983.

Fuente: Los fabulosos años del New Hollywod.
Angel Comas. T & B editores, 2009


2 comentarios:

David dijo...

Hace mucho que la vi, así que no tengo un recuerdo muy fiable. Sí que recuerdo que esperaba mucho de ella, y que me defraudó bastante... pero debería darle un segundo visionado.
Un saludo.
PD: No sabía o recordaba que Shuterland y Altman habían tenido tal bronca durante el rodaje.

Licantropunk dijo...

Creo que esta película tuvo más éxito por qué contaba que por cómo lo contaba. Al final se le descontrola bastante. Eso sí, precursora en cierto estilo de comedia gamberra. Pero Robert Altman mejor en otro tipo de registros. Pienso.
Saludos.