martes, 12 de mayo de 2009

Vodka Lemon (Hiner Saleem, 2003)



Tras la desaparición de la Unión Soviética la vida languidece en las gélidas estepas permanentemente nevadas de un pueblucho kurdo de Armenia. Hay poco que hacer allí, aparte de beber el barato Vodka Lemon, aunque puede que no sea ni vodka, y además sabe a almendras.

Hiner Saleem, nacido en el Sur del Kurdistán iraquí en 1964, filma un guión -en el que también participa- escueto, en el que la acción es mínima. La narración, muy visual, saca partido de los amplios espacios cubiertos de nieve y de la luz solar que los baña. El tono de la película es tragicómico, con toques de humor negro y absurdo, como si estuviera a mitad de camino entre el abigarrado estilo y el toque humorístico característico de Emir Kusturica, y el humanismo lacónico y minimalista del finlandés Aki Kaurismaki. En ningún momento Vodka Lemon consigue alcanzar el vigor y el ritmo visual del primero ni la hondura dramática y moral del segundo, aunque seguramente tampoco lo pretenda, limitándose a contarnos la orfandad, el vacío vital y la falta de perspectivas de una comunidad a la que la caida del comunismo ha dejado sin referentes. Unas gentes a las que les queda muy poco a lo que agarrarse en su lucha diaria por la supervivencia. La religión puede ser una tabla de salvación, pero también están las mafias, ... y siempre quedará el Vodka Lemon.

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