jueves, 7 de mayo de 2009

Sterling Hayden, el marinero que se hizo actor.



Fue marino -se enroló en un barco por primera vez a los 16 años y a los 23 era ya capitán-, y para pagarse las travesías a bordo de su barco empezó a trabajar como modelo. Fue así como llamó la atención de un cazatalentos de la Paramount. El estudio lo contrató en 1941 y le hizo debutar como pareja de Madeleine Carroll en Bahama Passage y Virginia, ambas de 1941, dirigidas por Edward H. Griffith. Al año siguiente se casaría con la actriz.
Le costó trabajo arrancar su carrera en estos primeros años, tal vez porque se le veía sólo como un joven galán sin reparar en la profunda carga de amargura y vigor que escondía. En 1950 tuvo un bello papel protagonista como el nostálgico gangster que va a morir entre los caballos de su casa natal en Kentucky en el memorable fin de La jungla del asfalto de John Huston. Su personaje, marcado por un fúnebre fatalismo, ansía retornar a los prados que le vieron crecer y abandonar así una vida delictiva. Hayden, con su físico robusto y su rostro curtido, otorga a su papel una dignidad y prestancia procedentes de un talento natural intuitivo encauzado por las indicaciones de Huston.
Al año siguiente en plena fiebre de la Caza de Brujas, comparece ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas prestándose a declarar como testigo amistoso. En esas comparecencias se arrepiente de su militancia comunista y delata a varios compañeros, entre ellos Abraham Polonsky, para poder continuar su carrera profesional. Pero más tarde quiso dar marcha atrás y militó decididamente en contra de los inquisidores y, despreciando las posibles represalias de los estudios, incitó a otros a negarse a testimoniar. Su carrera se vió perjudicada por estos hechos.
De aspecto duro, pero noble y decidido, se le confiaron en esta época muchos papeles de policía. Así fue en las dos películas que estrenó en 1954: Naked Alibi (Jerry Hopper) y De repente (Lewis Allen). También era parte de las fuerzas de la ley en Crime of Passion (Gerd Oswald, 1957) en la que acaba deteniendo a su esposa por asesinato. Pero por lo que pasaría a la Historia del Cine es por su papel de Johnny Guitar en el film de 1953 de Nicholas Ray donde daba vida -y recitaba con Joan Crawford esos antológicas diálogos- al guitarrista errante y melancólico, hábil tirador armado sólo de guitarra, y fracasado en el amor. Pero este bellísimo western no fue valorado en su tiempo y no le sirvió de gran cosa a Sterling Hayden a la hora de que le ofrecieran buenos proyectos.
En 1956 protagoniza la magnífica Atraco perfecto a las órdenes de Stanley Kubrick interpretando al meticuloso profesional del robo, el cerebro del atraco perfecto que acaba viendo como el destino acaba jugándole una mala pasada en forma de maleta que vuelca y viento que esparce los billetes por la pista del aeropuerto. Esta actuación tampoco le vale para alcanzar categoría de estrella, pero consigue que se le siga llamando para películas, sobre todo westerns y bélicas. En 1958, cansado de Hollywood, se marcha a recorrer mundo con su barco. Regresa al cine 5 años después como el oficial anticomunista en una sátira de la Guerra Fría, la desbocada comedia de Kubrick Teléfono Rojo ¿volamos hacia Moscú?. En esta época decide que ya sólo recurrirá a su trabajo como actor para conseguir ingresos con los que financiar sus travesías marinas. Sus apariciones a partir de entonces fueron más breves y espaciadas, no obstante logró destacar con intensos papeles en El Padrino (Francis Ford Coppola), El largo adiós (Robert Altman) y Novecento (Bernardo Bertolucci).

1 comentario:

39escalones dijo...

Presencia poderosísima la suya. Quizá injustamente relegado a un segundo plano.
Saludos.