sábado, 21 de marzo de 2009

V.O.S.: Yes, We Can.



Leido en el blog: http://cachecine.blogspot.com/ :


Cinoscar & Rarities
un blog de Xavier Vidal de las Heras


V.O.S.: YES, WE CAN
Es muy interesante realizar paralelismos entre mis clases de lingüística o teoría de la literatura y el cine. Todo ello aparece como un cómputo inexacto de ideas que voy conectando aleatoriamente en mi cabeza mientras la profesora habla. En clase, me imagino saliendo de la puerta, recorriendo la rambla tarragonina y, una vez en mi piso, soliviantando mis inquietudes con bolígrafo y papel (si, a la vieja usanza). Hoy hace sol y falta una hora para la clase de rigor. La luz de la mañana resulta inspiradora. Mañana, pienso, veré La boda de Rachel…La mitad de los idiomas están en peligro de extinción. Aunque el cómputo total de lenguas existentes varia según estudios, queda claro que la colonización (ahora capitalismo) arrebata lenguas sin remordimiento; la cultura mayoritaria absorbe la minoritaria y se imponen las reglas de un mundo hipotético regido por pocas lenguas, cítese el inglés, chino o español. Lo mismo ocurre con el cine: el producto made in Hollywood arrasa sin dejar opción a demás títulos nacionales, europeos o asiáticos. La dictadura no parece tener fin; si la crisis monetaria está en boga desde hace unos meses, la crisis del cine español, francés o italiano viene perpetuándose desde el nacimiento de los mismos. Dichos productos solo tienen opción en caso de ganar el último festival de turno, copar un premio de renombre o producirse un extraño fenómeno: el boca a oreja de la audiencia. Pero ya se sabe: los milagros en el cine no existen.De aquí la importancia de la versión original como vehículo de cultura. El lenguaje forma parte del alma, define nuestra identidad e ideología, es un trozo simbólico de lo que somos. ¿Si la realidad es multilingüe, por qué el cine debe doblarse a una sola lengua?, ¿No es el cine un reflejo del día a día, no es a la vez una pequeña porción de lo que somos y pensamos?, ¿Robarle a un film su lengua original no es suprimir en parte la esencia de la historia, el trabajo de los actores?... El cine se nos presenta tan complejo como la vida. Es inconsciente, por no decir vergonzoso, comercializar una película como Babel en un único idioma cuando el mensaje, la naturaleza del relato descansa sobre una multiculturalidad incuestionable. Y como en el caso del film de Iñárritu, hay miles de ejemplos. En torno a la versión original, la colectividad se distribuye imitando los estamentos de la Edad Media. Las productoras asumen la existencia de un público mayoritario que no quiere pensar ni leer subtítulos, pero, para acallar revolucionarios (o simplemente sensatos), crean unas salas alternativas donde los más elitistas pueden ver diferentes propuestas en versión original. Eso sí, quien reparte se lleva la mejor parte y al ciudadano de pueblo o capital pequeña se le niega ver películas de suma importancia e interés. Todo en su conjunto es una hipocresía, una dictadura donde la nobleza y burguesía sigue dominando al pueblo llano. El caso más extremo es el de Italia. El país que se supone cuna de la cultura occidental no comercializa ningún film (subrayo, NINGÚN FILM) si éste no ha pasado previamente por una sala de doblaje. El italiano, ingenuo y tonto, cree no poder empatizar con iraníes, rusos o africanos porque la lengua, que nos debería unir, construye una barrera insalvable hecha de desidia e ignorancia. ¿Acaso el público italiano querría que en España se comercializase Gomorra en castellano? El esfuerzo, en última instancia, siempre tienen que hacerlo los demás. Quienes se escudan en el argumento que los subtítulos son costosos de realizar se equivocan de lleno. Subtitular una pieza del inglés o castellano se ha convertido en un acto de amor. Los fans de series como Perdidos crean los subtítulos de la nada con sus rudimentarios programas informáticos y su magna afición y paciencia. El público hispano goza de los nuevos capítulos horas después de su emisión en EEUU. Los subtítulos, desde este sentido, sirven de agente unificador y universal de cultura, se convierten en el recurso más fácil y eficaz para solventar los problemas de nuestro mundo basto y globalizado. Y que nadie peque de quisquilloso: el fan mima la serie y su traducción es muy fidedigna a la “realidad ficticia”. Los dobladores, por el contrario, asumen su tarea como un trabajo. Pese a no ser rentable, la versión original debe ser reivindicada. Un espectador criado con la VOS seria un ciudadano más culto, mejor preparado y con un mayor dominio del lenguaje. Solo es cuestión de acostumbrarse. Mientras tanto, el cinéfilo viaja, esquiva la parafernalia de una industria contradictoria. Amamos el cine, pero no a toda costa. Las clases ya han terminado, y con ellas, el texto. En Tarragona, un multicine de dieciséis salas proyecta Los limoneros en versión original. Me pregunto cuánta gente habrá visto el film en comparación a High School Musical 3 o Zohan. Sin duda, la ficción más triste está en la realidad.


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