viernes, 22 de agosto de 2008

El ocaso del samurai (Yoji Yamada, 2002)



"El estilo de los samurais ha muerto" dice en un momento clave el protagonista de la película y con esta frase se resume el espíritu desmitificador, meláncolico y antiheroico de "El ocaso del samurai", más cercana al Clint Eastwood de "Sin perdón" que a los héroes de Akira Kurosawa.

Seiben Iguchi ha vivido en el pasado de la violencia, y ahora, viudo, con dos hijas pequeñas y una madre demente a su cargo, debe trabajar para su señor en un humilde empleo, pero se ve abocado a una violencia que rehuye y que le persigue como una sombra del pasado y le obliga por sus circunstancias a volver a la lucha.

Yamada describe a Iguchi con una gran ternura y cercanía e introduce el tema del amor con el personaje de Tomoe, amiga de la infancia y que acaba de divorciarse, de la que el protagonista se enamorará, lo cual desembocará en otro enfrentamiento violento.

Por mucho que intente rehuirla, el ajado samurai deberá afrontar la violencia cara a cara, pero en ella no hay ningún rasgo de grandeza o heroicidad, tan sólo la dignidad de la persona que trata de subsistir en paz consigo mismo y con los demás. Yamada respeta ciertas convenciones del género, pero la película acaba convirtiéndose en un canto fúnebre sobre una especie en extinción : el samurai tal como lo entendieron los clásicos.

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